Visita exposición de Felice Varini
Felice Varini es un artista nacido en Locarno, Suiza (1952) que actualmente vive en París.
En su obra, a medio camino entre pintura e instalación, juega con la perspectiva para la construcción de figuras geométricas las cuales solo se ven desde un punto de vista muy concreto. Estas figuras, vistas desde cualquier otro punto, aparecen fragmentadas.
La arquitectura es parte fundamental de la obra, en ocasiones proyecta sus figuras sobre habitaciones, y otras veces sobre exteriores y edificios, y no siempre edificios actuales, en los cuales se permite hacer más participe a la obra contemporánea por no tener esa carga histórica que tienen otros edificios mucho más antiguos. Es un ejemplo su proyecto en Carcassonne “Concéntrico, excéntrico” (Mayo, 2018) realizado para la séptima edición de IN SITU, Heritage and contemporary art.
Cuenta también con la considerada la obra de arte más grande del mundo con “Tres Elipses abiertas en desorden”, proyectada en todo el centro histórico de la ciudad de Hasselt, Bélgica.
En su exposición en la Galería Albarrán Bourdais vemos su trabajo realizado esta vez en el espacio cerrado (y pequeño) de una galería. En esta ocasión acompaña sus proyecciones de objetos conocidos, en primera estancia un piano, que ya de primeras nada más entrar a la galería te invita a encajarlo con la pintura que hay sobre la pared y el suelo.
Me gustó mucho como describe la propia Galería la obra mediante la comparación con un caleidoscopio. Es una obra que te hace participé de su propio visionado, te capta mediante la “obligación” de tener que buscar el punto concreto donde la figura se ve “correcta”, pero es interesante también todo ese proceso hasta llegar a la figura “correcta”. Esas formas no tan perfectas que se crean, que tienen casi un movimiento propio y como desintegrado, realmente daba la sensación de estar mirando a través de un caleidoscopio. Es como una doble obra. Te capta ver un anamorfismo que no comprendes y que te hace buscar hasta encontrar la imagen final, es como si tuviera dos partes. Hay algo dentro de nosotros, o de mi al menos, que me hace querer buscar que esas líneas o esas figuras encajen, una búsqueda de un cierto orden o entendimiento. Es como ver un cuadro torcido en la pared y levantarte a ponerlo recto. Es ese tipo de satisfacción.
La obra que más me llamó la atención fue “Espejo fijo en cinco encuadres”, contaba con unas figuras de nuevo fragmentadas y un espejo en la pared. La chica de la galería nos explicó que, para ver las figuras completas, debíamos mirar a través del espejo. Me pareció como un juego. Esa idea de que la figura solo podía ser “real” o “correcta” únicamente a través de un espejo te replantea la idea de lo real, por que nunca realmente podrías ver la forma en si, solo el reflejo de tal.
Al final pudimos ver un catálogo con muchísima de su obra a lo largo de los años, y en cientos de sitios diferentes, con figuras muchísimo más complejas que las que allí había. Aquello me gustó mucho por que, al tratarse de fotografías de las obras, parecían hechas en Photoshop o algo similar, no parecían reales, mirabas el lugar y pensabas ¿cómo es posible que haya círculos naranjas así dispuestos y pintados de manera real?, pero al lado siempre adjuntaban imágenes desde diferentes perspectivas donde la forma no encajaba y se creaban extrañas formas y líneas sobre puntos aparentemente aleatorios de una estancia o de un lugar y era, a mi parecer, igual de interesante o en ocasiones incluso más que cuando veíamos la figura correcta.
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